¿Cómo es el Sistema Electoral de Argentina?

¿Cómo es el Sistema Electoral de Argentina?

El 10 de diciembre de 1983, Argentina volvió a la democracia tras casi ocho años de gobierno autoritario, y desde entonces ha tenido elecciones libres y justas. Cuando Alfonsín traspasó la banda presidencial a Carlos Saúl Menem en 1989, fue la primera vez en la historia argentina que un presidente justamente elegido de un partido traspasaba la presidencia a un presidente justamente elegido de otro partido.

En abril de 1994 se celebraron elecciones para formar una Asamblea Constituyente. Entre las numerosas enmiendas a la Constitución de 1853 se incluyeron disposiciones para la reelección presidencial, la reducción del mandato del presidente, la abolición del sistema de colegio electoral y la adopción de una segunda vuelta electoral en determinadas circunstancias. El mandato presidencial se redujo de seis a cuatro años, y se exigirá una segunda vuelta electoral si ningún candidato recibe al menos el 45% de los votos en la primera vuelta o si el ganador tiene el 40% de los votos pero un margen de victoria sobre el segundo clasificado inferior al 10%. Sin embargo, la reforma no tocó algunas de las características prominentes del sistema electoral argentino: el fuerte federalismo, la representación proporcional (RP), ver Lista RP, las votaciones de listas cerradas, ver Listas abiertas, cerradas y libres, y un umbral del tres por ciento del padrón electoral en cada distrito.

Según la nueva constitución, el presidente, que es jefe de Estado y de gobierno, es elegido directamente para un mandato de cuatro años por sufragio universal de los adultos. El Congreso de la nación tiene dos cámaras. La Cámara de Diputados tiene 257 miembros elegidos para un mandato de cuatro años por representación proporcional, con la mitad de los escaños renovados cada dos años. Pueden ser reelegidos. Antes de la reforma, los senadores eran elegidos indirectamente para un mandato de nueve años por las legislaturas provinciales. Ahora los miembros del Senado son elegidos en 25 distritos electorales de tres escaños (24 provincias y la ciudad de Buenos Aires) para un mandato de seis años, renovándose un tercio cada dos años. Cada uno de los 25 distritos electorales elige directamente a tres senadores. Dos escaños se conceden al partido más votado y uno al segundo. Los gobernadores, los alcaldes municipales y las autoridades locales se eligen según sus constituciones provinciales o municipales.

Los diputados se siguen eligiendo por listas cerradas, lo que significa que los ciudadanos no pueden cambiar el orden de los candidatos ni tachar nombres de la lista. Además, la mayoría de los partidos utilizan primarias cerradas para seleccionar y ordenar sus listas. Por lo tanto, las bases y las élites de los partidos tienen un impacto importante en el comportamiento de los legisladores.

Cada uno de los 25 distritos electorales tiene sus propias leyes electorales. Sin embargo, destaca que once provincias practican el “doble voto simultáneo”, como en Uruguay. Esta ley permite la competencia simultánea intra e interpartidaria. Los partidos políticos presentan varios candidatos que compiten entre sí, pero cuyos votos se suman para definir qué partido reunió más votos. El ganador es el candidato más votado del partido más votado.

Dos características partidistas e institucionales contribuyeron al éxito de la democracia argentina desde la democratización en 1983 hasta la reforma constitucional de 1994. En primer lugar, el sistema bipartidista garantizó que el presidente tuviera un bloque considerable de legisladores en el Congreso. En segundo lugar, estos legisladores practicaban un nivel de disciplina entre moderado y alto, lo que permitía a los presidentes aprobar leyes con relativa facilidad.

Sin embargo, cuatro elementos adicionales que desencadenaron la reforma de 1994 estaban socavando el funcionamiento del sistema democrático. En primer lugar, el gobierno federal controlaba el flujo de recursos del gobierno central a las provincias. En segundo lugar, la capacidad del presidente para interferir en el poder judicial socavaba el sistema de controles y equilibrios. En tercer lugar, las listas cerradas de los partidos para las elecciones legislativas produjeron un gran malestar entre los ciudadanos, que afirmaban que los legisladores eran más leales a los líderes de los partidos que a los problemas de sus electores. Por último, el abuso de los decretos presidenciales de necesidad y urgencia debilitó la capacidad del congreso para controlar al ejecutivo.

La reforma de la Constitución de 1853 en agosto de 1994 fue el resultado de un acuerdo extraparlamentario conocido como el “Pacto de Olivos” firmado entre Menem y el ex presidente Raúl Alfonsín. Por un lado, el principal objetivo de Menem era la reelección, y lo consiguió. Por otro lado, los objetivos de Alfonsín eran más difusos y difíciles de entender. En esencia, quería dar un estilo parlamentario más pronunciado a la política argentina. Por eso se creó el “jefe de gabinete”: un funcionario que podía ser removido por el congreso. Sin embargo, la creación de este cargo no redujo la alta concentración de poder en la presidencia.

En mayo de 1995, el presidente Menem consiguió la reelección con el 49,8% de los votos, pero se produjo una importante transformación en el sistema de partidos: una tercera fuerza, el FREPASO, quedó en segundo lugar con el 29,3% de los votos, dejando a los radicales en un histórico tercer puesto con el 17% de los votos.

En las elecciones legislativas de octubre de 1997, los radicales de la oposición y el FREPASO formaron una coalición llamada “Alianza” en muchas provincias para derrotar al partido peronista. Como resultado de estas elecciones, los peronistas no sólo fueron derrotados en las provincias más grandes, sino que también perdieron el control de la provincia de Buenos Aires, donde vive casi el 40% de los ciudadanos argentinos. La líder del FREPASO, Graciela Fernández Mejide, activista de los derechos humanos, se convirtió en la más seria contrincante del todavía desconocido candidato del partido peronista para la carrera presidencial de 1999.

Las elecciones legislativas de 1997 plantearon una importante cuestión sobre el futuro político de Argentina. El partido peronista en el poder perdió casi el 10 por ciento de su apoyo y su mayoría en la cámara baja, por lo que tendrá que llegar a acuerdos con la oposición si quiere aprobar leyes.


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