¿Qué esperan los mexicanos de la democracia?

¿Qué esperan los mexicanos de la democracia?

Respuesta

Cuando los mexicanos iniciaron un período de transición democrática en la década de 1980, la atención de los líderes políticos, los mexicanos de a pie y los observadores académicos se centró en las elecciones y en lo justas y libres que podían ser. Las elecciones son el proceso más común y básico por el que se alcanza la democracia. Tener elecciones libres y justas es un componente que define lo que muchos ciudadanos, incluidos los mexicanos, creen que es la democracia.

Cuando se pregunta a los mexicanos qué esperan de la democracia, la mayoría dice que espera que ofrezca beneficios económicos y sociales que mejoren su nivel y calidad de vida. Esta expectativa sería la misma para otros modelos políticos. Estos beneficios de un modelo democrático son más importantes para la mayoría de los mexicanos que el grado de libertad que pueda proporcionar, en contraste con el modelo semiautoritario que existió de 1929 a 2000. La forma en que los mexicanos definen sus expectativas sobre la democracia afecta su evaluación del desempeño gubernamental y presidencial. Durante más de una década, la mayoría de los mexicanos han considerado que los problemas más graves del país son los económicos. De hecho, si se combinan todos los temas económicos, se puede demostrar que más de la mitad de los mexicanos consideran que el crecimiento económico, la inflación y la pobreza son el tema número uno, seguido de la seguridad personal. En las elecciones presidenciales de 2006, los dos principales candidatos, Felipe Calderón, del Partido de Acción Nacional (PAN), y Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática (PRD), estuvieron a una distancia de 0,6 por ciento en el recuento de votos. A pesar de que López Obrador hizo mucho hincapié en el alivio de la pobreza durante su campaña de primarias, Calderón ganó las elecciones. Muchos analistas creen que Calderón ganó las elecciones porque un porcentaje considerable de votantes cuya situación económica era modesta y que eran beneficiarios de los programas gubernamentales de lucha contra la pobreza en vigor bajo la administración de Vicente Fox, especialmente el antiguo programa Oportunidades, votaron por Calderón. Así, Calderón, como representante del partido en el poder (PAN), se benefició de la expectativa de que su nuevo gobierno democrático mejoraría la calidad de vida de la gente. Pero en las elecciones presidenciales de 2012, se podría argumentar que casi un número igual de mexicanos evaluó el desempeño de la democracia en su capacidad de proveer seguridad y eliminar la violencia criminal, una expectativa que continúa. Lo más importante es que la evaluación de los mexicanos sobre el desempeño del presidente Peña Nieto depende en mayor medida de su percepción sobre los esfuerzos de su administración para hacer frente a los problemas más apremiantes, más que del estado real de esos problemas. Por ejemplo, las estadísticas sobre el crecimiento económico son menos significativas que las opiniones de los ciudadanos sobre lo que el gobierno está haciendo para promover ese crecimiento. Estudios recientes demuestran de forma convincente que en América Latina, incluido México, la percepción de los ciudadanos de que un gobierno está actuando bien con respecto a la corrupción, la delincuencia y la economía aumenta su creencia de que el gobierno está interesado en lo que ellos piensan, es decir, lo que los estudiosos denominan “eficacia externa”. México y Estados Unidos ocupan los últimos puestos de todos los países del hemisferio occidental en esta escala.

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