Un caso de violencia psicológica

Me permito hacer pública mi experiencia para que a otras mujeres no les suceda por lo que yo he pasado: Soy una mujer de 62 años que – hasta enero de 2004 – era soltera, sin hijos; y, nunca había mantenido relación amorosa alguna: Mis días transcurrían en forma tranquila, del trabajo a la casa y viceversa.

En lo laboral, desempeñé un cargo de administrativa en una Universidad de Santiago y actualmente estoy jubilada, en mi hogar. Vivía solamente en compañía de mi hermano mayor (Q.E.P.D.), quién al igual que yo era soltero y sin hijos.

Los principios reinantes de mi hogar se fundamentaban en el respeto, la confianza y la armonía familiar, y les hago presente que mi recordado hermano fue como mi verdadero padre, siempre con un trato cordial, comprensivo y muy sobreprotector, producto de la educación y principios que nuestro padre nos brindó.

Es del caso, que antes del fallecimiento de mi hermano nos otorgamos testamentos recíprocos, en los que nos designamos herederos universales en ambos casos, estipulando como nuestra voluntad que, en el evento de que falleciéramos ambos, dejar como beneficiaria de una cuota del 50% de la herencia a una Institución, que fue debidamente notificada de nuestra voluntad, entregándoles copias de nuestro testamento.

Como en vida mi hermano fue un profesional bastante exitoso, tanto en el plano del reconocimiento profesional como de lo bien remunerado de su cargo, la consecuencia de ello fue una cuantiosa herencia superior a los $350.000.000.

Luego de su muerte la aflicción que experimenté fue muy grande, me sentí abatida y sola en este mundo y tanto la angustia como mi ingenuidad me llevaron a la situación por la que atravesé.

Habiendo transcurrido sólo dos días de la muerte de mi hermano se presentó en mi hogar el representante de la Institución a favor de la cual habíamos decidido dejar la mitad de la herencia en caso de la muerte de ambos, quién me indicó que venía en su calidad de Presidente de dicha institución y diciéndome cuánto lamentaba lo de mi hermano, comenzó a hacerme una serie de preguntas personales del tipo: “si tenía hijos, cónyuge, padres, parientes cercanos, etc.” Cuando supo que había quedado sola, me dijo que no me dejaría desamparada a mi suerte y que confiara en él. Y así lo hice.

Diariamente comenzó a visitarme, siempre bajo distintos pretextos, como por ejemplo que. “tenía que pintar la casa, que había que hacer arreglos de gasfitería, cerámicas y otros”, siempre me manifestaba que cotizará los trabajos; y, que él me cobraría más barato. Y yo, sin darme cuenta, comencé a depender de esta persona. Me acompañaba a todas partes, al cementerio, a las compras, al supermercado, al banco, etc., no me dejaba andar sola en micro; y se preocupaba bastante de las personas con quién me pudiese reunir, el trato que me brindaba era muy bueno, siempre halagos, piropos, me hacía sentir bien y pensé que yo le importaba al darme tantas muestras de afecto.

El día 13 de enero de 2004, a la edad de 62 años, contraje matrimonio con él, sin siquiera saber, sin siquiera saber las nefastas consecuencias que tendría tal situación.

A poco de contraer matrimonio me di cuenta de en lo que estaba inmersa, pues ya estaba segura que él había arreglado todo con el único y exclusivo propósito de apropiarse de mi dinero; Lamentablemente, no tuve la capacidad de reacción frente a lo que me estaba aconteciendo en ese momento.

Por todo lo que me estaba sucediendo comencé a visitar a personas que me conocían desde hace muchos años a las que había dejado de ver por orden de mi nuevo marido, y a ellos les conté lo que me sucedía. Como es de suponer, estas personas temieron por mi integridad.

Este señor experimentó un cambio brutal desde que nos casamos, se tornó violento, comenzó a disponer de todas mis cosas reiterándome que él era ahora el dueño de todo; y, que yo era su mujer y debía sólo obedecer sus órdenes.

Como resultado de mi experiencia: Fui victima de una disposición patrimonial dolosa y fraudulenta, por más de $300.000.000. Esta persona consiguió todo esto por medio del chantaje, el aprovechamiento, el abuso de confianza, mi ingenuidad y mi temor. La conducta que tuvo hacia mi persona fue de constantes y permanentes insultos, desvalorizaciones, desprecio indiferencia, control de todas mis actividades y hasta prohibición de recibir visitas, por nombrar solo algunas. El trato que él me brindó fue de un total y absoluto abandono.

Un día normal, de lunes a domingo, transcurría del siguiente modo: Él saliendo a las 7 hrs. AM y regresando a las 21 hrs. PM., jamás conversaba y cuando me dirigía la palabra era sólo para agredirme, a modo de ejemplo me decía cosas como: “Tus uñas son como garras de animal, por eso no te doy la mano, eres fea, hueles mal, te vistes como campesina, eres vieja”, etc.

Fui armando este rompecabezas durante 10 meses, gracias a diferentes personas, las que pudieron hacerme ver la realidad. Además de todo esto, me exigía que frente a terceras personas mantuviésemos una apariencia de felicidad y armonía, diciéndome que los problemas son privados y nadie se debía enterar, y yo le hice caso. Por temor.

Experimenté miedo a diario, por saber lo que él podía hacer. Tanto así, que en las noches llegué a dormir con guantes de solo pensar que podía obtener mis impresiones dactilares y disponer de mi casa y de los últimos bienes que me iban quedando. Con el pretexto de tener frío, dormía con guantes o me ponía pegamento y tiras de cintas adhesivas en los dedos para tapar mis huellas digitales.

Cuando contraje matrimonio, fue en sociedad conyugal y en consecuencia de esta mala elección, era él quién administraba todos los bienes, algo que siempre me recalcaba.

Por otro lado este señor no trabajaba en forma remunerada y sólo vivía de mis ingresos, a pesar del temor que experimenté, me pude dar fuerzas para llegar a los tribunales y obtener justicia. Ahora siento vergüenza por haber sido tan torpe e ingenua al soportar todos los vejámenes que el demandado cometió día a día conmigo.

La violencia intrafamiliar que experimenté en su aspecto psíquico, afectó gravemente mi salud. Espero que mi relato pueda servir a personas que estén en una situación semejante a la relatada y se atrevan a buscar ayuda.

¿Que lecciones cabe extraer de todo esto?.


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